22 jun 2010

In Memoriam Carlos Monsiváis

Martín escucha los maullidos de los gatos callejeros. Lo espantan. Tiene que poner música para sentirse más tranquilo. Abre el reproductor. Busca una buena canción… una buena canción… una buena canción. No la encuentra. Todas lo hacen ponerse triste. Los gatos continúan con su concierto.

Pasa por la letra A… Adriana Varela. Con un tanguito se sentiría mejor… Los Mareados. Lo entristece aún más. Letra B… B.B. King. All over again. Qué guitarra. Mejor la quita. Letra C… Catherine Sauvage. Les amoureux du Havre.

Les amoureux du Havre. N'ont pas besoin d'la mer. Et les bateaux se navrent. D'être toujours seuls sur la mer…

La canción perfecta. Puisque la terre est ronde. No le importa escuchar esta canción. Inunda su cabeza. Inunda sus oídos. La letra se abre paso entre todo su ser. Los gatos ya casi no se escuchan. Los gatos podrán seguir allá afuera. Los gatos no importan tanto ahora.

Martín se ve cerca de El Havre. La imagen es borrosa porque no la conoce bien. Siente la brisa. Siente el agua del mar en los dedos del pie. Ve los pequeños botes. Ve el agua del Sena. Comienza a sentir esa realidad. Se está transportando a la Alta Normandía. Está por llegar. Un maullido salvaje lo regresa. Se asoma a la ventana. Dos gatos se aparean. Regresa a su escritorio… la música ha terminado.

1 comentarios:

ma grande folle de soeur dijo...

Gracias por este viaje al Havre pasados unos años... me gusta cada vez más este Martín ;) besos

 

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