15 mar 2010

Todos los sábados teníamos por costumbre ir a las afueras de la ciudad. Mi padre nos llevaba en la camioneta vieja, era demasiado espacio para tan pocas personas, hubiera sido mejor llegar en el tsuru rojo, mas esa camioneta le traía tantos recuerdos al viejo.
En esos viajes jugábamos a imaginarnos distintos animales. Ocupábamos los automóviles para aquella distracción. Mi hermano Esteban veía principalmente dragones, lagartijas gigantescas capaces de sacar fuego por la boca, sólo eso, ningún dato más, sin embargo, Félix, mi otro hermano, describía hasta los rasgos insignificantes, como el puntito de color rojo de su mariposa terrestre. Y yo, yo no recuerdo cómo relataba mis monstruos y ni siquiera recuerdo de cómo eran.
Cuando por fin descendíamos de la camioneta, mi madre descargaba todas las cosas, mientras mi padre colocaba la mesa plegable y la casa de campaña. Nosotros no ayudábamos en nada a esas tareas, preferíamos inspeccionar cuidadosamente la zona.
A pesar de ir siempre al mismo sitio, lo percibíamos de manera diferente en cada viaje. Era un nuevo mundo donde éramos los colonizadores. Esteban se subía a las piedras y con un tubo de cartón de papel higiénico intentaba observar más allá del horizonte, pero sólo veía montañas, no más, ni una casa, ni una persona, ni siquiera una animal, pero solamente una vez logró su objetivo.
El día de la cosa, como le habíamos nombrado tiempo después, hacíamos lo de costumbre, mas cuando Esteban veía por el cilindro nos alertó sobre una lagartija gigante. Enseguida Félix y yo creímos que se trataba de un auto y que nuestro hermano continuaba con el juego de la camioneta, no obstante, de pronto sentimos temblar la tierra, un algo se movía a lo lejos, sentíamos las vibraciones, lo mejor era esconderse en algún lugar para observar mejor.
Nos ocultamos detrás de unas rocas, tirados con la panza en la tierra, éramos verdaderos soldados a la espera del enemigo. Las vibraciones continuaban, el salto de la tierra continuaba, de pronto escuchamos un chillido espantoso, indescriptible. Vimos unas garras gigantescas, una piel cuarteada por el sol, una lengua de enormes proporciones que salía y se metía de la boca de esa cosa, pero lo más sorprendente eran los ojos, dos bolas negras, dos planetas como Júpiter, moviéndose de un lado para otro, era una bestia.
Tardó más de cinco minutos en pasar. Pensamos por un momento que se dirigía hacia mamá y papá, mas la cosa viró a la derecha y solamente su cola, su horripilante cola nos decía adiós.
Después de ese día nunca más volvimos. Poníamos pretextos para no regresar al campo y el tema de la cosa se quedó guardada en cada uno de nosotros, escuchar esa palabra nos estremecía, nos hacía sentir mal porque aún resonaba el chillido en nuestros adentros y nuestro cuerpo vibraba, temblaba como la tierra en aquel día.

2 comentarios:

Michele dijo...

ciao sono Michele di pianetatempolibero
io ti seguo se ricambi mi fa piacere
buona giornata

continuando assim... dijo...

Convite
O livro "Continuando assim..." foi maltratado...

Resolvi por isso, e porque tanta gente não encontra o livro onde deveria estar (nas livrarias), recontar a história
Lá no …. Continuando assim…
www.continuandoassim.blogspot.com

O livro reescrito não está igual (nem poderia!) ao que foi editado.
Obrigada a todos os que vão seguindo (pois só assim vale a pena).
Um obrigada especial a quem ainda não conhece e chega de novo

Uma reflexão em relação a todo este assunto entre livros, autores e editoras, e um conselho, se me é permitido:

--- quando vos pedirem dinheiro para editar as vossas palavras, simplesmente digam que não ---
BJ
Teresa

 

Copyright 2010 Dios escucha por los ojos.

Theme by WordpressCenter.com.
Blogger Template by Beta Templates.