27 mar 2009

Disculpen por abandonar el blog durante mucho tiempo pero, estamos de vuelta y eso es lo que importa.



Bueno, he visto el blog de Claudel y me agradó eso de poner poemas, así que he decidido copiarle (disculpa, amiga) y poner algo sobre el hombre que me hizó amar más la literatura: Cortázar.



Me caigo y me levanto


Nadie puede dudar de que las cosas recaen. Un señor se enferma, y de golpe, un miércoles recae. Un lápiz en la mesa recae seguido. Las mujeres, cómo recaen. Teóricamente a nada o a nadie se le ocurriría recaer pero lo mismo esta sujeto, sobre todo porque recae sin conciencia, recae como si nunca antes. Un jazmín, para dar un ejemplo perfumado. A esa blancura, de donde le viene su penosa amistad con el amarillo? El mero permanecer ya es recaída: el jazmín, entonces. Y no hablemos de las palabras, esas recayentes deplorables, ni de los buñuelos fríos, que son la recaída clavada. Contra lo que pasa se impone pacientemente la rehabilitación. En lo mas recaído hay siempre algo que pugna por rehabilitarse, en el hongo pisoteado, en el reloj sin cuerda, en los poemas de Pérez, en Pérez. Todo recayente tiene ya en si a un rehabilitante pero el problema, para nosotros los que pensamos nuestra vida, es confuso y casi infinito. Un caracol segrega y una nube aspira; seguramente recaerán, pero una compensación ajena a ellos los rehabilita, los hace treparse poco a poco a lo mejor de si mismos antes de la recaída inevitable. Pero nosotros, tía, como haremos? Como nos daremos cuenta de que hemos recaído si por la mañana estamos tan bien, tan café con leche, y no podemos medir hasta donde hemos recaído en el sueño o en la ducha? Y si sospechamos lo recayente de nuestro estado, como nos rehabilitaremos? Hay quienes recaen al llegar a la cima de una montaña, al terminar su obra maestra, al afeitarse sin un solo tajito; no toda recaída va de arriba abajo, porque arriba y abajo no quieren decir gran cosa cuando ya no se sabe donde se está. Probablemente Icaro creía tocar el cielo cuando se hundió en el mar epónimo, y dios te libre de una zambullida tan mal preparada. Tía, como nos rehabilitaremos?


Hay quien ha sostenido que la rehabilitación sólo es posible alterándose, pero olvido que toda recaída es una desalteración, una vuelta al barro de la culpa. Somos lo más que somos porque nos alteramos, porque salimos del barro en busca de la felicidad y la conciencia y los pies limpios. Un recayente es entonces un desalterante, de donde se sigue que nadie se rehabilita sin alterarse. Pero pretender la rehabilitación alterándose es una triste redundancia: nuestra condición es la recaída y la desalteración, y a mi me parece que un recayente debería rehabilitarse de otra manera, que por lo demás ignoro. No solamente ignoro eso sino que jamas he sabido en que momento mi tía o yo recaemos. Como rehabilitarnos, entonces, si a lo mejor no hemos recaído todavía y la rehabilitación nos encuentra ya rehabilitados? Tía, no será esa la respuesta, ahora que lo pienso? Hagamos una cosa: usted se rehabilita y yo la observo. Varios días seguidos, digamos una rehabilitación continua, usted está todo el tiempo rehabilitándose y yo la observo. O al revés, si prefiere, pero a mi me gustaría que empezara usted, porque soy modesto y buen observador. De esa manera, si yo recaigo en los intervalos de mi rehabilitación, mientras que usted no le da tiempo a la recaída y se rehabilita como en un cine continuado, al cabo de poco nuestra diferencia será enorme, usted estará tan por encima que dará gusto. Entonces yo sabré que el sistema ha funcionado y empezaré a rehabilitarme furiosamente, pondré el despertador a las tres de la mañana, suspenderé mi vida conyugal y las demás recaídas que conozco para que sólo queden las que no conozco, y a lo mejor poco a poco un día estaremos otra vez juntos, tía, y será tan hermoso decir: Ahora nos vamos al centro y nos compramos un helado, el mío todo de frutilla y el de usted con chocolate y un bizcochito.

1 comentarios:

I. Fernández dijo...

Eyyy! No le estas copiando a nadie. A mí me parece tan buena la idea como a ti por el simple hecho de que alguien se tope con estos autores como algún día me sucedió a mí, en ese momento me dije: caray, por qué a la gente no le gusta leer? Si estos autores nos hacen vivir y sentir tanto a la vez que nos enriquecen más de lo que creemos.

La verdad no sabía que Cortázar haya sido quien te haya hecho amar la literatura. ¿Y qué crees? Tal vez coincidiría contigo, pero a mí me pasó algo peor o mejor: a mí Cortázar me hizo amar "mi existencia" de una manera inesperada. Estoy muy apegada a él, sus libros cambiaron mi vida completamente, sin contar que tradujó a otros de mis autores favoritos.

Se metió en mi cabeza (para bien o para mal pero me cambió mi filosofía) y no ha salido de ella. Me pasa que cada que leo algo de él llego al punto tal de extrañar sus escritos... quisiera más. Por lo demás, también tengo que decir que por él me animé a escribir... Así que supongo que no es que coincidamos es que sabemos apreciar y valorar más de lo que imaginamos.

 

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